Estados Unidos está contemplando un cambio significativo en su política de exportación de tecnología, específicamente en lo que respecta a la venta de unidades de procesamiento gráfico (GPU) avanzadas de inteligencia artificial por parte de NVIDIA a China. Este posible giro, que marca un contraste con los controles estrictos impuestos en años anteriores por la administración Trump, podría tener profundas implicaciones tanto para el mercado tecnológico global como para las relaciones entre ambas naciones.
Desde 2022, la estrategia estadounidense ha sido concentrarse en frenar el avance de la inteligencia artificial en China, limitando el acceso a semiconductores de alto rendimiento. Sin embargo, a raíz de una aparente desescalada en la guerra tecnológica, el Departamento de Comercio de Estados Unidos está reconsiderando la posibilidad de permitir la exportación de la GPU H200 a China, aunque manteniendo ciertas restricciones.
El dilema para NVIDIA es complejo. China representa una importante fuente de ingresos para la empresa, que una vez constituyó alrededor de una cuarta parte de su negocio de centros de datos. A pesar de que las restricciones han llevado a la pérdida de cuota de mercado en el país, esta nación ha demostrado ser resiliente, desarrollando infraestructura local de inteligencia artificial y alternativas a los productos de NVIDIA.
No obstante, algunos expertos advierten que permitir la venta de la GPU H200 podría reforzar aún más la capacidad de procesamiento de China en una área que Estados Unidos considera estratégica. Aparte de esto, existe el riesgo de que las tensiones se intensifiquen en la relación comercial, con el potencial de que las medidas sobre la exportación de tecnología desencadenen represalias por parte de Pekín en sectores como el suministro de materias primas.
En medio de este contexto, se plantea una pregunta crucial: ¿hasta qué punto puede Estados Unidos equilibrar su deseo de reapertura comercial con las preocupaciones de seguridad nacional? Permitir que NVIDIA venda sus GPU avanzadas a China podría llevar a una redefinición de las reglas en el mercado tecnológico, algo que no solo afecta a las relaciones bilaterales, sino que podría tener un eco global, especialmente para países como Europa que buscan establecer su propia independencia en términos de producción y acceso a hardware de IA.






