Intel Corporation, anteriormente líder absoluto en el mercado de semiconductores, se enfrenta a una crisis sin precedentes. Desde el apogeo del 2021, la acción ha caído más del 60%, alcanzando un valor cercano a $22,52. En medio de pérdidas consecutivas y una alarmante salida del sector de inteligencia artificial, la empresa intenta recuperarse bajo el nuevo liderazgo de Lip-Bu Tan.
Desde que asumió el cargo en marzo, Tan ha implementado drásticas medidas de reestructuración, que incluyen recortes significativos de personal y gastos operativos. La comunidad financiera se pregunta si estas acciones serán suficientes para revitalizar a un gigante que ha visto erosionar su cuota de mercado frente a competidores como AMD y Nvidia.
Los resultados del primer trimestre de 2025 revelaron un panorama mixto. Aunque Intel superó las expectativas de ingresos, con $12,67 mil millones, reportó una pérdida neta de $800 millones, marcando su cuarto trimestre consecutivo en números rojos. Las proyecciones para el segundo trimestre son igualmente sombrías, con ingresos esperados entre $11,2 y $12,4 mil millones, por debajo de las expectativas del mercado.
El sector de inteligencia artificial, dominado por Nvidia, ha dejado a Intel mirando desde la línea de banda. Mientras que el chip Gaudi 3 de Intel se prevé genere apenas $500 millones en ventas en 2025, sus competidores, especialmente Nvidia, han capitalizado enormemente la creciente demanda en este mercado.
En cuanto al sector de CPUs, Intel ha visto un deterioro alarmante en su posición dominadora, con AMD aumentando su cuota de mercado. En algunos nichos de mercado, AMD ha llegado a capturar hasta el 80% de los envíos en marzo de 2025. Este cambio de poder está poniendo aún más presión sobre Intel, que debe defender su base de clientes.
Lip-Bu Tan tiene una visión ambiciosa para el futuro de Intel, incluyendo un movimiento hacia un modelo de foundry, donde la empresa fabricaría chips para otros, incluso competidores. Sin embargo, hasta ahora, esta división ha reportado pérdidas significativas, evidenciando la complicada naturaleza de la transformación.
El apoyo del gobierno de EE. UU., en forma de financiamiento bajo la Ley CHIPS, ofrece un rayo de esperanza. Este respaldo reconoce la importancia estratégica de Intel para la seguridad nacional, aunque viene con sus propias exigencias.
Las opiniones en Wall Street son cautelosas. Con un consenso que incluye más recomendaciones de mantener que de comprar, los analistas admiten que Intel se enfrenta a un desafío monumental. Los inversores deben estar preparados para un camino lleno de obstáculos.
La capacidad de Intel para adaptarse a las nuevas demandas del mercado y reinventar su estructura será vital en los próximos años. Mientras la empresa inicia una etapa de transformación, el tiempo será el verdadero juez de su futuro en una industria en constante evolución.