Taiwan prioriza la protección de sus cables submarinos en un contexto de tensión geopolítica
Taiwán ha elevado la protección de sus 24 cables submarinos, fundamentales para su conexión a Internet y economía digital, a un asunto de seguridad nacional. En respuesta a una creciente amenaza, la Guardia Costera ha implementado patrullas marítimas las 24 horas del día, junto con sistemas de alerta temprana para salvaguardar estas infraestructuras vitales.
La nueva estrategia se centra en 96 embarcaciones sospechosas de estar vinculadas a China, así como en cerca de 400 barcos adicionales que podrían ser utilizados para tácticas de acoso marítimo. Las autoridades buscan optimizar sus recursos, enfrentándose a una asimetría considerable frente a su vecino continental.
La preocupación por la seguridad de estos cables se intensificó tras el incidente del cable TP3, que fue dañado en febrero durante las operaciones del carguero Hong Tai, lo que resultó en la condena del capitán. Este hecho marcó un punto de inflexión en la política de vigilancia, que ahora incluye alertas automatizadas para embarcaciones que se acercan a un kilómetro de los cables.
Los cables submarinos son responsables de más del 95% del tráfico internacional de datos, abarcando comunicaciones críticas. Su protección es compleja debido a su extensa red bajo el agua, con vigilancia limitada en la mayoría de sus tramos. Aunque un corte aislado puede ser gestionado mediante rutas alternativas, un ataque coordinado a nodos clave podría generar un impacto severo en el servicio.
La situación en Taiwán recuerda incidentes en el mar Báltico, donde barcos con presuntas conexiones rusas fueron acusados de sabotear cables submarinos. No obstante, la amenaza en el Estrecho de Taiwán es más alarmante debido al alto tráfico marítimo y la densa red de cables existentes.
Para contrarrestar estas amenazas, Taiwán ha integrado tecnología de defensa como radares costeros, imágenes satelitales y sistemas de identificación automática de barcos. Las operaciones ya no se limitan a la vigilancia pasiva; ahora incluyen la recopilación de pruebas digitales para posibles acciones legales.
Taiwán enfrenta el desafío de equilibrar la respuesta ante la “guerra en zona gris” sin provocar un conflicto abierto, garantizando al mismo tiempo la resiliencia de su infraestructura digital. Para la población de la isla, que depende enormemente de estos cables, la vigilancia continua se ha convertido en el nuevo costo de la conectividad moderna.