Estados Unidos intensifica vigilancia de envíos de chips avanzados a China
Estados Unidos ha aumentado su ofensiva tecnológica contra China mediante la instalación discreta de dispositivos de localización en envíos selectos de chips avanzados producidos por compañías como Nvidia, AMD y Dell. Según una investigación de la agencia Reuters, estos rastreadores están integrados en los embalajes o en los propios servidores, con el objetivo de prevenir el desvío ilegal hacia destinos controlados.
Fuentes familiarizadas con la operación explican que esta práctica aplica únicamente a envíos bajo investigación. Los dispositivos, del tamaño de un teléfono móvil, permiten a las autoridades estadounidenses seguir el rastro de los chips hasta su destino final. Varias agencias, incluido el Bureau of Industry and Security (BIS) y el FBI, están al frente de esta estrategia que busca construir casos legales contra quienes incumplen las restricciones de exportación.
La medida se inscribe dentro de una política más amplia de control de la transferencia de tecnología avanzada a China, intensificada desde 2022. Washington tiene la intención de impedir que Pekín acceda a semiconductores que podrían potenciar sus capacidades militares y su industria de inteligencia artificial.
Las empresas implicadas han reaccionado con cautela. Super Micro optó por no comentar sobre las medidas de seguridad, mientras que Dell afirmó no tener conocimiento de rastreadores en sus envíos. Algunos en el sector sugieren que fabricantes y distribuidores son conscientes de la vigilancia creciente sobre el destino de chips de IA, lo que podría generar protocolos internos para evitar ser involucrados en irregularidades.
China, en respuesta, ha calificado las restricciones como un intento de frenar su crecimiento tecnológico y ha convocado a Nvidia para discutir preocupaciones sobre “puertas traseras” en sus chips. Reportes no oficiales indican que revendedores chinos están inspeccionando los servidores antes de su entrega para detectar rastreadores.
Para Estados Unidos, este sistema no solo tiene un componente de seguridad nacional, sino que también actúa como un disuasivo para intermediarios involucrados en el comercio ilícito. No obstante, esta política puede resultar en costos logísticos adicionales y tensiones comerciales, afectando el delicado equilibrio de la cadena global de semiconductores.
La vigilancia de estos envíos representa una nueva fase en la guerra tecnológica entre EE. UU. y China, donde el control físico de los componentes se vuelve tan crucial como las restricciones legales. A medida que esta táctica se expanda, se plantean preocupaciones sobre la privacidad corporativa y la integridad de la cadena de suministro.